Creo que hay belleza en todas las cosas, aunque a menudo sea imperceptible.

Mi obra es una búsqueda constante de esa belleza dentro de las contradicciones e incertidumbres del mundo y de nosotros mismos. Me fascina la tensión entre el equilibrio y el caos, y busco que el observador se enfrente a un universo que evoque la fragilidad de la vida y la complejidad de nuestro mundo interior.

Trabajo con capas de materia y pintura, explorando texturas que conectan con emociones latentes y oscilan entre la representación y la imaginación. Rechazo la idea de una única realidad y abro las fronteras hacia el mundo conceptual, hacia lo imposible, donde se pueda disfrutar de la belleza de lo absurdo. Me fascinan las texturas y busco un equilibrio entre los colores en bruto de los materiales y los tonos pigmentados del acrílico. Este diálogo entre lo nuevo y lo viejo, lo natural y lo artificial, refleja la contradicción que define mi lenguaje artístico.

Me considero una artista conceptual e intuitiva, que construye su propio camino a través de la prueba y el error.

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Lo absurdo y la contradicción como motores creativos.
Mi búsqueda constante es lo imprevisible, lo inevitable.

Inspirándome en el pensamiento de Albert Camus, entiendo lo absurdo como una aceptación del no-sentido de la vida, una experiencia necesaria para liberarse y vivir en plenitud. En El mito de Sísifo (1942), Camus escribía: “Del absurdo he sacado tres consecuencias: mi rebelión, mi libertad y mi pasión. Vivir en rebelión, vivir libremente, vivir con pasión; elige cualquiera de estas actitudes ante la existencia, y es muy probable que nada de lo que hagas, experimentes o vivas te parezca nunca más absurdo.”
Este pensamiento define el fondo de mi obra: una reflexión sobre las contradicciones humanas, desde la humildad, la vivencia y la fragilidad.